29 de abril de 2012

Por el derecho a tener criterio

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Creo que hoy es uno de esos días  donde el poco sentido del humor que tengo salió corriendo al verme tan aburrido.

Y es que quién no se aburre al ver un mundo en donde el criterio se perdió. Ahora  parece que tener criterio no es un derecho sino se convirtió en un deber y es el de adoptar el criterio del otro dejando de lado la posibilidad de construir uno propio.

Es así como flotamos en un mundo donde la forma lo es todo, donde la gente opina sobre: arte, moda, política, religión, cine, literatura, filosofía, tecnología, negocios, etc., con el criterio  de otro y el pobre diablo disidente de ese mundo superfluo y seudointelectual, aquel  que hace uso de su derecho a discernir y pone a trabajar su cerebro es juzgado y señalado por personas sin el más mínimo criterio, simples marionetas manejadas –generalmente- por los medios de comunicación que se encargan de favorecer marcas, ideales políticos y “principios” porque claramente de esto viven, de la publicidad y del grupo económico al que pertenecen.

Si nos damos cuenta tenemos un mundo lleno de posibilidades, el cual vemos a través de esa ventana llamada internet, sin embargo el criterio no se amplia, la gente se dedica a repetir lo que otros dicen y comienzan a juzgar -derrochando ignorancia por doquier- sin darse la oportunidad de considerar la calidad de esa información que están recibiendo.

Recuerdo un evento en el cual invité a comer (comida: cuarta acepción f. cena) a una amiga y pasamos por un lugar donde había muchos restaurantes y al pasar por uno de ellos me dijo que si entrabamos porque le gustaba la cocina peruana, entramos yo le advertí que no lo conocía.

Realmente fue la comida más aburridora de mi vida, esta persona decía que eso no era peruano a pesar de que el chef salió y no podía haber nada más cholo que él, cuando mi querida amiga profundizó en el tema y me preguntó que a qué restaurante peruano había ido, le respondí que a ninguno, y de inmediato en tono un poco despectivo  –para mi gusto-  me sugiere visitar un restaurante que según ella era “el mejor restaurante peruano de Bogotá”.

Casos como esos son los que demuestran ese mundo superfluo del cual hablo, yo realmente en Bogotá no había ido a ningún restaurante peruano, pero he estado en varios reconocidos restaurantes de Lima (comentario que preferí no hacerle) y ciertamente la comida, de aquél restaurante de la Macarena, no se parecía mucho en términos de la presentación a lo que yo había visto antes, sin embargo el sabor estaba bien y la sazón no era para nada mala.

Es ahí donde se demuestra lo obtusos, que por momentos, algunos jueces de la vida terminan siendo, si las cosas no se parecen a la idea que se “aprendieron” de inmediato, con tono sofisticado, lanzan un juicio basados en la forma no en el fondo, no se valora la creatividad lo importante hoy es repetir, así sea mal. Finalmente el restaurante gano un cliente y yo “perdí” una amiga.

Y este afán de sofisticación ha terminado por joder hasta el idioma y llevar a un nivel de “corronchería” extrema la comunicación diaria, resulta que “las únicas que ponen son las gallinas” entonces  ya no se ponen bluyines sino se colocan jeans; ya no se echan una crema humectante, se aplican un tratamiento hidratante; ya nadie tiene nada, ahora lo poseen. Y en el mundo empresarial es igual ya no se dice “cuéntele a todos” la expresión es “socialízalo con tu equipo”;  ya no se dice “voy a hablar con su jefe” ahora  lo van a escalar; ya no hay que “dejar la terquedad” sino que hay que “romper paradigmas” y así me podría quedar dando ejemplos.

Quisiera pensar que este blog lo leen muchas personas y lanzar una demagógica frase como “van a chillar los ricos con este post y les va tocar aprender a tener criterio”, por fortuna son pocos los lectores y creería que la mayoría va a compartir la  “posición editorial” (hay que sofisticarse), porque seguro se toman el tiempo para leer, quizá si estuvieran comiendo sushi y divirtiéndose con el Instagram subiendo las fotos de sus rollitos que por mi se los pueden seguir metiendo… de un solo bocado, no tendrían espacio para dedicar a prácticas tan poco sexis como leer.

21 de abril de 2012

¿No se imaginan lo qué encontré en Twitter?

Quiero confesarles que soy un intermitente amante de las redes sociales. Las logro amar con pasión, para descubrir que no ha sido más que un falso enamoramiento porque luego de que las conozco a fondo, ese amor se transforma y se vuelve cariño. Claro que con Twitter fue al contrario.

Por ejemplo, dejé de actualizar Facebook por lo patético que me resulta ver mujeres borrachas exhibiendo toda su sexualidad en busca de ser más populares, así como babosos exhibiendo con orgullo sus últimas adquisiciones donde incluyen a la novia. Eso es lamentable.

Huí para evitar, por una desprevenida acción, correr el riesgo de llegar a asemejarme al estereotipo. No lo hago del todo porque no quiero perder contacto con algunas personas.

Me pasó lo mismo con el mundo de los bloggers. Fue decepcionante encontrar que los que se autodenominan bloggers son unos seres egocéntricos y básicos que cuentan estupideces, ciber-demagogos, populistas, amarillistas, sin duda seres acomplejados que utilizan principios muy elementales para generar tráfico y eso les permite apaciguar sus demonios.

Claro que se encuentran los que utilizan los blogs como medio: cuenteros, poetas, caricaturistas, fotógrafos, abogados, arquitectos, etc., son maravillosos transmitiendo, no solo historias sino produciendo emociones, seres especiales con gran sensibilidad que van más allá del simple interés de ser populares. Saben que es un mundo de nadie, un mundo de iguales, un mundo donde el valor está en las ideas y cómo estas se trasmiten.

Fue así como me alejé de los bloggers de profesión y me convertí en un seudo-blogger , un verdadero don Nadie, confeso y orgulloso de no ser nadie, en este mundo de nadie.

Decepcionado de lo vacío que resultaba ser para mi el ciberespacio, fui muy reacio a vincularme afectivamente con Twitter, no quería que me rompieran nuevamente el corazón, sin saber que justo ahí iba a encontrar un mundo maravillosamente seductor, y lo mejor, la respuesta a un problema antropológico y digamos sociológico que llevaba años tratando de resolver, que puede formularse como “¿Por qué, a los colombianos de mi generación, nos encanta ver a dos mujeres hermosas amándose?”.

Digamos que lo que inicialmente encontré, antes de la respuesta al problema, fue lo mismo que me enamoró hace cerca de 20 años de la Internet, gente nueva, personajes interesantes, hay diversas motivaciones pero sobre todo hay ideas brillantes contadas con ese particular picante que caracteriza a los colombianos -bueno a los colombianos bacanes-. hay arte, hay humor (religión), ciencia y política (humor). Lo más increíble es que todo es expresado en menos de 141 caracteres.

También nos ofrece la posibilidad de ver la otra cara de algunos personajes públicos, esa parte intima que resulta ser lejana a la que preconcebimos basándonos en roles públicos que desempeñan o por los personajes que representan. Eso es realmente encantador.

Fue así como encontré la respuesta a ese problema socio-antropológico que me atormentaba. Yo nunca me imaginé, por ejemplo, que seguiría en Twitter a Margarita Rosa De Francisco, por tres aspectos fundamentales:

1- Porque quedé marcado con la idea de que era una niña, la niña Mencha, ingenua y dulce con el agravante de que su primer nombre es Margarita, como el símbolo que representa a la mujer insegura, que no sabe si: “la quieren o no la quieren, la quieren o no la quieren”.

2- Porque su segundo nombre es Rosa, símbolo del amor, totalmente rosa quizá tanto como Hello Kitty.

3- No hay nada que hacer con ella. Es De Francisco.

Pero cual sería mi sorpresa al ver los RT que de ella hacía su particular hermano. Después de tantos años esos retweets me llevaron a develar el misterio.

La Margarita Rosa que encontré, no era tan margarita, ni tan rosa. Percibí a una mujer mucho más parecida a Juanita de Hinojosa, que fue quien a mis cortos 13 años de vida me suministró una sobre dosis de lujuria que me marcó. Recuerdo, como si fuera ayer, verla con su torso desnudo queriéndose con Inés, su tía, es algo que se repite una y otra vez en mi mente.

Estoy seguro de que, ella, marcó mi generación. Fue la causante de que ahora nos obsesionemos con esa idea de querer encontrarnos en nuestra intimidad con Juanita e Inés rencarnadas, bueno inclusive la fantasía puede ser Juanita sola, pero si es Inés la que aparece sola es fundamental que venga con la opción de ponerle mute, me erizo al imaginarla diciéndome “me erizo”.

Realmente este y muchos secretos más pueden salir a la luz pública o púbica si se elige bien a quien seguir. Me ha encantado encontrar tantas mujeres hermosas e inteligentes, lástima que todas estas mentes prodigiosas utilizan Instagram y quedan con esa pose sexy (sacando un poco la quijada pronúncielo setsy ) y con caritas de "ñeras", pero sin lugar a dudas son geniales.

Sigame en Twitter: @ssarmiento1974 (bajó su responsabilidad)