20 de abril de 2014

Cuando estaba a punto de rendirme

La reciente muerte de Gabriel García Márquez así como los largos pasos que el Papa Francisco a dado para tratar de sacar del abismo en el que,  sus antecesores, dejaron a la iglesia católica me llevaron a hacer una reflexión básica y elemental pero para mi valida y es que en realidad si vale la pena no imitar y seguir haciendo el esfuerzo de pensar y tratar, en lo posible, de actuar en consecuencia.

Todos hablan de la vida de García Márquez desconociendo que cuando lo hacen no se refieren a nada diferente que a su obra y al orgullo nacionalista de tener un Nobel en la familia. Esto sucede porque para la gran mayoría de personas el ser humano es poco importante, el que sufre y disfruta; ríe y llora; acierta y como buen mortal se equivoca, es para pocos merecedor de ser conocido pero sobre todo menos digno de ser entendido. 

Yo poco leí de su obra y cuando lo comencé a hacer,  me inicié con sus cuentos y luego las novelas, no llegaba a los catorce años cuando decidí no leerlo más. Su realismo mágico más allá de transportarme me envolvía, de tal forma que Los Funerales de la Mamá Grande no los pude soportar y terminé ahí. Leí, discutí hasta el punto de haber sido tratado como imbécil por un macabro jesuita que me invitó a entender un poco más de la obra, se refería a La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, mientras yo debatía sobre la prostitución él me explicaba que si hubiera conocido las circunstancias bajo las cuales el autor la escribió quizá hubiera podido entender la metáfora de cómo históricamente hemos sido un pueblo explotado.

Y fue justo en ese momento en el cual que decidí conocer un poco más al hombre desde su ser que como escritor y periodista.  Es increíble la cantidad de información que había en los noventa sobre la vida del nobel. Lo que para algunos pudo haber sido contradictorio para mi fueron enseñanzas. Su cercanía con Fidel Castro era reprochable en cuanto a que estamos hablando de un tirano dictador, sin embargo esa cercanía también ayudo a que unos cuantos fueran indultados por la dictadura (seguro es un paño de agua tibia) así como también le sirvió a Márquez como referencia de un mundo real lejano de lo convencional. Pero así como Clinton lo entendió, yo lo entendí, algo que necesariamente nos invita a alejarnos del juicio y adentrarnos en el ser humano.

Esa vida que lo llevó por le mundo con muchas necesidades en un principio, esas posturas que pusieron en riesgo su vida, esa obsesión por hacer las cosas bien y sobre todo el hambre de entender al mundo son las cosas que me quedan. A otros les deja su obro literaria y la posibilidad de construir un universo de estadísticas para posar de intelectuales porque ahora todos han leído no se cuantos cuentos, novelas y ensayos, bien por ellos aunque no sepan quién fue el hombre detrás de esas letras. 

 Lo juzgaron de prepotente y vanidoso pero no de valiente, arriesgado y disciplinado. Cuántos de esos jueces serán capaces de escribir un libro como Cien Años de Soledad, haberlo hecho ya fue magistral pero haberlo hecho bajo las circunstancias de vida en que lo hizo es un acto por lo menos genial. Con seguridad no faltó el godo fracasado que en su momento lo tildó de irresponsable, perezoso y folclórico por fortuna eran otras épocas donde el talento pesaba más que las distinciones académicas porque en la práctica él no era más que un bachiller que seguramente no hubiera tenido cabida, como reportero, en una empresa del Grupo Aval.

Cuando acababan de dar los detalles de la muerte de García Márquez y un recuento de su vida en el noticiero pasaron un especial de Jorge Mario Bergoglio. Y fue en ese instante cuando se terminó el documental, justo cuando estaba a punto de rendirme, que me di cuenta de que ser uno tiene más valor que tratar de ser uno más del montón. 

En el pasado antes de ser Papa, Bergoglio fue señalado de ser tibio frente a la dictadura, mientras en silencio cometía ilícitos para salvar vidas, eso tiene un valor que un católico corriente no entiende y es que la vida prima sobre cualquier otra consideración. Acá en Colombia estamos llenos de católicos que aman la guerra y no quieren la paz, lo que hizo el actual Papa no estuvo bien ante la ley pero ante los ojos de su dios hizo lo que estaba bien hecho. 

Pasó incomodidades por su vocación de misionero así su salud le hubiera impedido serlo actuó como su corazón se lo indicaba.  Hizo en su país las misiones sin temor y con caridad, enseñó de una forma fácil hasta siendo impreciso para no crear confusiones. Lo escuche decir algo como “Jesús salía a buscar la gente que no era como él, Jesús no buscaba católicos” sin duda, contarlo así, es mejor que enseñar las mil y una prohibiciones de la iglesia y enseñar a como discriminar, es enseñar realmente lo bueno que tiene el catolicismo porque a pesar de mi agnosticismo creo que el mensaje de Jesús tiene  cosas realmente valiosas y ese “con la misma vara que midas, serás medido” es cristiano así los católicos más ortodoxos lo olviden y hagan todo lo contrario que no es más que juzgar todo lo que no es como ellos.

Bergoglio logra reunir esos valores que nunca habían caracterizado a la iglesia y abre las puertas a todos los que no son católicos a todos los rechazados por siglos, eso si es renovación. Y digo “eso si” es porque la iglesia dicen que se renovó, hablan del Concilio Vaticano II y quise entender un poco pero la verdad no vale la pena leer algo tan contradictorio. Hablan de una renovación hecha hace más de cuarenta años, es como un chiste, nada que tenga más de cuarenta años puede ser nuevo. No había internet, ni celulares, ni TV satelital, ni formatos digitales multimedia, no existía el concepto de almacenamiento de datos y mucho menos de movilidad o de redes sociales. Cómo pensar que una institución desligada de los avances tecnológicos y desligada del cambio social puede llamarse así misma como renovada. La tecnología avanzó, las familias evolucionaron a nuevas formas, el sexo y la sexualidad navegan en un universo de diversas posibilidades; el mantenerse ajeno a eso no es posible que lo llamen “renovación”. 

Creo que a Márquez como a Bergoglio los caracteriza algo más que el genero, los caracteriza la capacidad de hacer las cosas diferentes y afrontar el riesgo que esto implica, el ser diferente o el ser particular no puede ser de ninguna forma visto como un defecto, es el camino más difícil pero es el que lleva a nuevos lugares por descubrir son la versión “recargada” de los expedicionarios de los nuevos mundos.