21 de febrero de 2016

Periodistas. Ya no más por favor.

Hoy quisiera reflexionar sobre la objetividad periodística, nunca he pretendido ser un periodista o un escritor porque creo que sería absurdo considerarlo  pues desconocería toda la preparación y talento que se necesita par serlo. Lo único cierto es que si hubiera sido periodista, seguro no hubiera sido reconocido porque para mi los más reconocidos, no reflejan lo que considero debe ser un periodista.
 Inquisición
Creo que un periodista debería mantener la compostura y la objetividad, debe ser respetuoso, indagar pero no juzgar, preguntar con inteligencia pero no con vehemencia simplemente debe ser un explorador en busca de las verdades y cuando las realidades no son concluyentes no debería emitir juicio alguno.

Hoy realmente con tristeza e indignación veo como el periodismo colombiano se convierte en una cuarta rama del poder publico, que remplaza al ejecutivo, al legislativo y al judicial, principalmente a este último. Están cubiertos con un manto de impunidad que quieren disfraza de libertad de prensa pero son la nueva inquisición acabando con la vida de los que a bien consideren herejes.

Solo se necesita escuchar en la mañana La WRadio  para vivir de primera mano esta posición, Julio Sánchez, Camila Zuluaga y Félix De Bedout, con un tono antipático de dueños de la verdad increpan a sus invitados, sin vergüenza alguna, escuchar a los invitados diciendo “no ponga palabras en mi boca que no he dicho”, “por favor déjeme responder”, “no es lo que estoy diciendo”, etc., demuestran este talante de jueces injustos.  Recurrir a al ordinariez se volvió popular y esto los llena de un poder barato que ofende al que espera informarse, ser uno de estos entrevistadores no es difícil, lo que con mayor frecuencia hacen son preguntas inocuas, fíjense que ante un error de un organismo publico –lo cual es permanente- la pregunta de estos genios del periodismo es “pero perdón ¿esto no lo debieron pensar antes?”, eso qué tipo de periodismo es, el de la estupidez aguda, pues claro que lo debió pensar antes y si lo hubiera pensado antes no sería un error y no habría entrevista.

En fin, lo anterior era solo un preámbulo para el tema realmente de fondo, esta semana pude ver como por un show mediático, que rápidamente analizaré, terminó un viceministro, un director de la Policía y una directora de una emisora radial sin trabajo. Pero el punto, no es ese, sin trabajo nos podemos quedar todos, lo increíble es la historia y el sinnúmero de análisis que salen de todo esto.

Primero, una investigación periodística buena que permite denuncia delitos, no es un salvoconducto para jugar con la dignidad humana y mucho menos para juzgar inocentes, digo inocentes porque hasta el momento de la denuncia no se ha demostrado lo contrario.

Es vergonzoso ver como una buena investigación sobre un Defensor del Pueblo,  que es acusado de acoso laboral, termina en un espectáculo deprimente por la ligereza del mismo periodista que al empeñarse en destruirlo, termina favoreciéndolo. Es que a quién se le ocurre, que una persona que ha sabido ubicarse dentro de las más altas esferas del poder nacional con poco talento, sin muchos pergaminos y con una demostrada astucia pueda cometer un estupidez tan grande como es mandar una foto desnudo a una mujer para enamorarla, si fuera así de imbécil nunca hubiera podido llegar a los puesto que tuvo. Claramente alguna relación tenía y fue por confiado que se vio afectado, es decir, si se dejó utilizar. El punto es que se puso en duda todo, el muy posible acoso laboral sobre el cual había indicios y un muy poco probable acoso sexual por la torpeza que produce ese poder destructor que quieren ejercer los periodistas y ahí Coronell se equivocó.

Ahora la pregunta sería por qué a Coronell no le pasó nada por haber publicado la foto del adonis criollo empuñando su arma de seducción y a la pobre Dávila le tocó renunciar. Pues sencillo, el galán tribal por llamarlo de alguna forma, mandó el mismo la foto, fue su decisión tomársela y compartirla pero como la censuraron el protagonista no pudo argumentar ningún daño a su dignidad. Sin embargo, no deja de ser un acto igual de reprochable, esa foto no aportaba nada concluyente como no lo aportó el video de Dávila, igual una cabeza se llevó el señor periodista, un desempleado más, creo que el ministerio de trabajo debería revisar esos despidos masivos que produce el periodismo.

En el caso de Dávila quieren distraer la atención con cosas diferentes, una cosa es la investigación y denuncia hecha sobre las posibles irregularidades en la policía y otra muy diferente es publicar un video grabado ilegalmente en donde solo se puede concluir que un jovencito ganoso quería comerse a un doctor que es senador y que ese doctor fue debilitándose ante el ofrecimiento, inicialmente se ve como el doctor le dice que con calma el averigua en internet y cuadran lo del sitio pero el jovencito lo se dujo con el mismo método que utilizó el Personero Otálora empuñando  su arma de seducción. Qué podíamos concluir al ver este video, que red de prostitución se pude demostrar con ese video, ninguna. Ese fue el error y lo peor sucedió después de la indignación de la mayoría de colombianos por la divulgación de este.

Comienza el segundo round y sale la entrevista de BluRadio con la esposa del viceministro del interior Ferro. Inmediatamente se viene la cadena de odios y análisis amañados, Artunduaga para dañar a Ferro sale y escribe que la esposa debió ser obligada a decir lo que dijo y que el matrimonio se le va a acabar porque el señor es homosexual, desconoce el periodista que las mujeres piensan y deciden, que cuando dicen que conocen a su marido es porque así es. Pero lo peor es que el señor Artunduaga siendo periodista no lee ni ve televisión, quizá le ayude a entender el sexo ver NatGeo, Home and Health, TLC, etc. en lugar de ver a escondidas y sin volumen Venus, Play Boy y Brazzers.  Lo claro es que no tiene Netflix y nuca vio House of Cards si la hubiera visto y leyera un poco podría entender que el mundo ha cambiado en estos cien años, que las personas han comenzado a diferenciar  el sexo de los afectos y que los acuerdos referente a esto hoy son posibles, quizá los Underwood le hubieran servido de referencia para evitar esas conclusiones facilistas y retrogradas.

Luego aparece el mismo patrón en otro periodista, en la entrevista de Coronell a Dávila sobre su renuncia. Así como Artunduaga concluyó que la señora de Ferro era una boba que se dejaba manipular, la señora Dávila concluyo que el Grupo Ardila Lülle (para con el cual solo le tiene agradecimiento) no tiene criterio ni pantalones. Ella no tiene la gallardía de reconocer que se equivocó en grande y que eso les costó el puesto, no, la señora Dávila cree que el problema fue su gran y maravillosa investigación en donde evidenció un despilfarro millonario en la Casa de Nariño por $12’000.000 el cual seguramente llamaría, pero no alcanzó, el cartel de las almendras. La señora cree que la echaron porque el presidente Santos teme que pueda tumbarlo con esas noticias tan importantes, lo de Reficar no es nada al lado de las almendras, es más le mandaron una cajita de almendras para que entendiera que estaban brandeadas y con una cajita bonita, es decir, explicarle con una prueba contundente que si valían esa platica pero como ella de valorar pruebas no sabe, fue difícil que entendiera el mensaje, lo interpretó como una amenaza de la Casa de Nariño.

Hasta mi admirado escritor Ricardo Silva Romero cometió el mismo error, tristemente cae uno de mis preferidos, este es el apague y vámonos, el talentoso novelista en su columna agradece irónicamente al Procurador pero cae, es tanto el fastidio que le produce el señor Ordoñez que trata de “excusar” a Dávila, la cual supone estaba nublada al momento de publicar el video. No, ella no estaba nublada ella estaba enceguecida pero Ordoñez no se aprovechó de la periodista, así como tampoco lo hizo Ferro de su esposa, ni Santos de los Ardila Lülle, ni Otálora de Cristancho.

Escribir siempre subestimando la inteligencia de los demás para hacer daño a quienes no queremos no es un buen ejemplo de periodismo y este  mal periodismo impide que nos concentremos en los problemas de verdad. Se ha vuelto el periodismo una maldita inquisición donde los odios y las pasiones no dejan que los consumidores de esos contenidos podamos conocer los hechos y concluir sino que nos toca estar haciendo el esfuerzo de no contaminarnos.