Lo que suele suceder es que la sensibilidad no es manejada de forma adecuada y esto necesariamente conlleva a generar insatisfacciones o conflictos personales, por eso muchas personas intentan luchar contra su sensibilidad disfrazándola, ignorándola o burlándose de ella para hacer creer al mundo que son personas fuertes. Esto finalmente no es más que una bomba de tiempo, en algún momento las frustraciones van a salir a flote y los resultados van a ser mucho más dolorosos que los que quisieron evitar.
La educación influye mucho en eso, que bueno sería que a los niños los educaran a entender y luego a manejar sus emociones, a reconocer lo que sienten pero sobre todo a aceptarlo y afrontarlos de una forma sana.
La sensibilidad no es más que sentir, sentir muchas veces por el otro, sentir posiblemente más que el otro y una sensibilidad aguda y mal manejada, volvería un simple paseo por la calle en un tormento, por esa incapacidad para controlar los efectos que esta produce, sin embargo, es usual que la realidad sea tan impactante que termina afectando hasta el más controlado.
Algunos desahogan esos sentimientos producidos por la sensibilidad a través del el arte, otros a través del llanto y otros simplemente vinieron al mundo sin la posibilidad de sentir, a esas personas las llaman indiferentes, aunque realmente son insensibles, no los mueve nada.
Luego, de terminar esta conversación con mi amigo, decidí hacer unas pruebas con unos teléfonos celulares y al sacar la MicroSD (tarjeta interna de memoria) del que normalmente uso, para probarla en otro; me encontré unas fotos que evidencian que la sensibilidad no es sensiblería, es decir, la sensibilidad puede causa, rabia, dolor o indignación, no siempre tristeza y llanto.
Estas fotos hablan de lo que la gente no ve, o de lo que no quieren ver, o de lo que ven y no les importa ni les afecta.
Ver un perro durmiendo en la calle o ver una bolsa de basura tirada, es tan normal como ver a una persona al medio día durmiendo en un andén, la gente no logra percibir la diferencia.

En un post, ESTE, mostré casos en los cuales en las puertas de los ascensores de los centros comerciales publican los usos correctos que estos tienen, las prioridades para niños en coche, discapacitados, personas adultas, prohíben fumar y claramente llevar de paseo por el centro comercial un carro de un supermercado.

También en otro post, ESTE, hable sobre el tráfico en Barranquilla, pero nunca pensé que durante 5 cuadras tres buses se fueran uno al lado del otro sin dejar pasar a nadie más a una velocidad mínima, sin que los otros carros percibieran el abuso, es común ver el uso indiscriminado del pito del carro, pero que tres buses obstaculicen el tráfico, no tiene mayor rechazo por parte de los conductores.

A veces preferiría no sentir lo que siento, cuando soy testigo del ensimismamiento en el que está la sociedad, donde a nadie le importa que pasa con el otro, no solo por lo poco o nada que le importa ayudarlo, sino por lo poco o nada que le importa no joderlo, no incomodarlo, no dañarlo, no afectarlo, como diría el sabio Diomedes (lo ajusté al masculino) “hay unos que piensan que el mundo es de ellos y los demás están alquilados”, pero tristemente para nuestro caso, así, si es.