20 de octubre de 2011

La maldición del paraíso

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Seguramente muchos han escrito sobre lo importante o poco valiosa que resulta ser la vida.

Para algunos la vida es un premio y para otros un castigo, pero lo más seguro es que no sea nada más que un cuento que dependiendo de la lectura que se haga de él podrá ser un cuento de hadas o uno de brujas malvadas, unos se concentran en la bruja y otros en el final feliz.

Es tan simple como que, para algunos es una catástrofe el hecho de que un vuelo a Miami se retrase dos horas y para otros es un placer poder montarse en una buseta repleta de gente con olores y calores propios de transporte público, lo placentero está en la certeza de saber que al llegar a sus casas los espera un plato de comida y una cama, que aunque no es muy cómoda está bajo un techo, no sueñan con viajar a Miami pero sienten pena por el que duerme en la calle.

Pero lo que si resulta ser un hecho irrefutable es que la vida cumple con un ciclo corto: donde nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos y finalmente todos morimos. Con dificultad y mucha fortuna -el más longevo de los hombres- podrá llegar a los ciento treinta años con casi nada de dignidad.

Entonces, ¿en dónde está el sentido de la vida? quizá en ¿esperar que la muerte se demore en encontrarnos?, ¿en escuchar las invitaciones que nos hace el sentido común para preservar nuestra permanencia en el planeta? o ¿en no dejar que la muerte nos sorprenda y tomar la decisión de acabar con todo? quizá es este el único acto de libertad.

Lo más probable es que el subconsciente nos lleve a acortar nuestros días en la tierra, dicho de otra forma, nuestro propósito de vida es morir y si miramos hacia el mundo encontramos que la medicina lucha para incrementar la expectativa de vida, para ofrecer alternativas para lucir más jóvenes, pero cada intervención quirúrgica tiene un riesgo en si misma, es una a puesta a vivir más o morir más rápido, a lucir mejor o a lucir embalsamado.

Por otro lado la adicción a la adrenalina se volvió un negocio lucrativo, motociclismo, parapentismo, alpinismo, rafting, rappel, bungee junping, puenting, wakeboard, etc., etc., etc., nos acercan más a la muerte, esto comparado con los juegos de antes como el parques o el ajedrez indiscutiblemente tiene un riesgo mayor, los carros cada vez son más rápidos, las motos igual, lo que de una u otra manera nos expone más a la muerte.

Si a lo anterior le sumamos un mundo plagado de publicidad con carros lujosos, juguetes electrónicos, lugares paradisiacos para vacacionar y en donde cada valla tiene hombres perfectos y exitosos con mujeres sensuales y hermosas, ¿qué podemos esperar que nuestra viada sea?.

Seguramente una búsqueda de la perfección corporal y del éxito económico, para esto seguramente será necesario enriquecer la hoja de vida o las partes adiposas del cuerpo con implantes de silicona.

Queda otra alternativa, luchar contra la corriente, convertirse en un ser ajeno a los placeres de la carne, renunciar al tabaco al alcohol y a cualquier sustancia química que estimule la generación de dopamina. Ponerse un hábito blanco vender incienso y renegar del mundo, pedirle a un ser superior que perdone a los que no saben que la felicidad esta en las sandalias el hábito, el ayuno, el celibato y en general en el desprendimiento de lo accesorio (todo lo que cueste más de mil pesos). No hay nada más gratificante para un ser espiritual que caminar bajo la lluvia a ocho grados centígrados con el cuerpo medio desnudo y humillar con una mirada de felicidad al conductor de un Mercedes Benz clase CL del año que al pasar lo salpica de barro en la cara.

Me acuerdo tanto de aquel tango que dice “la vida fue y será una porquería ya lo sé” bueno por qué no atendemos los sabios mensajes que trae el folclor popular y por el contrario queremos darnos cuenta por nuestras propias experiencias de lo que otros nos vienen diciendo.

¿Por qué querer parecer felices? porqué la exagerada alegría cuando compran algo, cuando se emborrachan, cuando se muere el enemigo, cuando viajan a crédito y ven todo como una película que pasa a millón.

¿Cuál es la diferencia entre un circo y la vida? creo que la única es que los disfraces del circo son más bonitos, que los payasos realmente sabemos que fingen su risa, que la mujer barbuda lo único fenomenal que hizo fue dejar de hacerse la cera, que los animales no están disfrazados de hombres y que el hombre de dos cabezas piensa igual que uno con una pequeña.

Las personas exitosas son las personas de retos, que sacrifican algo por el éxito y lo voy a dejar hasta ahí, porque si hablo del éxito podría no parar de analizar miles de casos para terminar concluyendo que el éxito no existe y no existe por culpa del desorden entre Eva, la culebra y Adán, nos condenaron a trabajar y realmente es una condena, nadie lo quiere hacer por placer, todos cobramos y todos creemos que merecemos mejor remuneración, es natural, es la maldición del paraíso, el éxito sería no trabajar pero ni siquiera lo podemos contemplar con claridad.

Luego de este corto escrito motivacional los invito a seguir trabajando como hormigas para que sigan gastando como locos, finjan felicidad como los payasos y se sientan exitosos, digo se sientan porque la mayoría de sus conocidos son tan envidiosos que los ven como unos perdedores.

Dice el dicho popular “uno se mure y nada se lleva”, seguramente estamos apegados a mil cosas y a todo lo que nos ofrece este mundo terrenal, que entre otras particularidades lo que ofrece lo cobra, quizá en otra dimensión podamos vivir gratis y sin trabajar.

Espero que estas palabras los ayuden a reflexionar y a llevar la vejez con dignidad, con orgullo, porque son señales claras de que cada vez más se acercan al mundo donde todo es gratis.