11 de julio de 2010

¿Qué, no hay nada que me indigne más…?

Desde que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó sentencia y condenó al Estado colombiano por el asesinato de Manuel Cepeda, ha pasado de todo. Yo inicialmente quise profundizar sobre el tema y demostrar con el material periodístico disponible como se manipula la opinión pública en Colombia y como en muchas ocasiones,  terminan los medios alejándose de su vocación informativa para convertirse en unos canales de desinformación sin control alguno, escudados en la libertad de prensa y en la libertad que tienen para opinar.
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A pesar de mi indignación por las injusticias que - a mi juicio- cometen los medios, preferí esperar para recopilar más información sobre el tema y para que se me bajara un poco la rabia que tenía, y así el viernes por la noche poder escribir con más argumentos y objetividad.
Sin embargo, el viernes en la mañana leyendo El Espectador.com, me quedé estupefacto con la noticia que hablaba sobre la indemnización que pretende obtener Ingrid Betancourt del Estado colombiano, fue tal el desconcierto que no pude escribir nada sobre la condena al Estado colombiano por parte del CIDH como tampoco sobre lo de Ingrid.

Realmente lo que me estaba sucediendo, era que  en una semana algunos colombianos habían logrado hacerme sobrepasar el nivel promedio de la indignación, recordé la frase “no hay nada que me indigne más que…” y yo siempre había creído que en mi caso personal la respuesta era la << injusticia >> y aunque así es de manera general,  la palabra que mejor  define estos dos caso que brevemente trataré es << soberbia>>.

En el caso del asesinato de Manuel Cepeda, la CIDH falló a favor de las víctimas y estipulo unas pautas para la reparación, dentro de las cuales se define el método mediante el cual el presidente de Colombia debe pedir perdón, habla de la creación y trasmisión de un documental, y de una suma económica para la familia.
Como era de esperarse, el gobierno Uribe no ha querido acatar este fallo en los términos establecidos. Seguramente porque considera que la justicia no debe obrar en derecho sino ser parte del ejecutivo, así sea un organismo internacional. De ahí que el primer mandatario nos tenga acostumbrados a defender con vehemencia a cualquier funcionario suyo,  sin preocuparse por conocer los detalles de los procesos, casos como los de: los directores del DAS, el del Coronel Plazas Vega, el de Uribito, el de Mario Aranguren etc., son ejemplos en los cuales finalmente se han determinado responsabilidades mayores, inclusive actos ilegales y ni ante las pruebas Uribe considera la posibilidad de aceptar su responsabilidad por elegirlos o simplemente por lanzar juicios irresponsables.

Recordemos el caso del alcalde del Roble, Sucre, el alcalde señaló en pleno consejo comunal las amenazas de muerte que le habían hecho e indicó, que en caso de ser asesinado el responsable sería el entonces gobernador de Sucre Salvador Arana. Uribe ante esta denuncia tomo dos acciones, la primera pedirle al alcalde del Roble respeto para con el honorable gobernador Arana y la segunda fue, que a los pocos días de ocurrido el anunciado asesinato del alcalde, enviara a Arana de embajador a Chile. Hoy Arana está cumpliendo  una condena de 40 años. Sin suspicacias y con solo lógica, podemos concluir que Uribe es un pésimo juez, es demasiado ingenuo, aunque no lo parezca, como diría su lacayo Barreras, es igual al Chavo, porque  “Se aprovechan de su nobleza”.

Hasta este punto tenemos que hay una sentencia de CIDH y a un Uribe que no cree en los jueces. Pero esto no sería problema si no tuviera tanto poder, tiene el poder que le da el Estado y tiene el poder de los medios de comunicación que están a su servicio, RCN, CityTV, El Tiempo, El Colombiano, etc., entonces, para contrarrestar lo dicho en la sentencia con relación al asesinato de Manuel  Cepeda,  prepararon toda la artillería necesaria, el fin, destrozar a la víctima, sin ocultar el odio que le tienen por su posición política y principalmente por el activismo en temas relacionados con la violación de derechos los humanos.

Empezaron a atacar los principales lacayos del uribismo, el obtuso Andrés Felipe Arias con una columna grotesca en El Colombiano y reforzado por el siempre perro fiel de José Obdulio Gaviria con una columna en El Tiempo, la cual a mi juicio, no era más que un agravio al asesinado líder del UP. Hoy en Semana está presente el que faltaba por salir al ataque, Alfredo Rangel repitiendo las mismas ideas insulsas de sus hermanos.

Fundamentalmente estos personajillos seguidores de la doctrina uribista, consideran que la rama judicial es innecesaria para el país. Es claro que no lo pueden afirmar abiertamente, sin embargo, las actitudes en contra del poder  judicial no obedece a un capricho del primer mandatario, sino a unos mandamientos uribistas, se podría comparar con la esencia del paramilitarismo, hacer justicia por sus propias manos.

En el caso del asesinato de Manuel Cepeda se señala un crimen de Estado. Los uribistas no están de acuerdo (raro), dicen que fue un crimen hecho por tres militares y con apoyo de paramilitares, pero que no era una política de Estado. Sin embargo, se necesita ser muy ignorante para no saber que el Estado debe garantizar que se respeten los derechos de los colombianos –como el derecho a la vida-  en el caso de Cepeda, este no fue protegido ante las evidentes amenazas de muerte. Siendo así, la omisión hace parte de la responsabilidad estatal, es decir, no lo manto sino lo dejo matar, eso por una parte.

Por la otra salen los uribistas a exigir a Iván Cepeda que pida perdón por algo que él no ha hecho y que manifieste su rechazo hacia las FARC. La pregunta es ¿Quiénes se creen los uribistas?, una cosa es la sentencia de la CIDH y otra cosa son tres payasos escribiendo babosadas. No hay nada que obligue a Cepeda a admitir algo que la justicia no a juzgado y en el hipotético caso que Ivan Cepeda considerara verdaderos los señalamientos que hacen sobres su padre, ¿qué intenciones tendría de hacer algo sugerido por las personas que han utilizado el poder del Estado y de los medios para atacarlo inclementemente?. Pero dentro de la doctrina paramilitar de los uribistas se ve el asesinato de Cepeda como justo, no entiende la importancia del respeto al derecho a la vida y a un juicio con todas las garantías, desde este punto de vista podríamos decir que se acerca más al fascismo.

En el supuesto caso de que todas las acusaciones contra Cepeda hubieran sido ciertas,  el gobierno estaba obligado a protegerlo y a juzgarlo por rebelión, pero nunca debió dejarlo matar o matarlo, eso para mí no es claro, pero lo seguro es que no hay una tercera opción.

¿Qué relación hay entre la sentencia de la CIDH y las acusaciones que 16 años después hacen los uribistas a Manuel Cepeda?, seguramente la misma relación que hay entre la toma de Palacio de Justicia por parte del M19 y los desaparecidos que salieron vivos de palacio en manos del ejército. La conclusión para este punto es sencilla, no hay relación, son dos temas independientes, pero es el mecanismo que utilizan los uribistas para distraer y desinformar.

La soberbia los lleva a ser estúpidamente injustos y son tantas las artimañas que usan que a Iván Cepeda no le quedó sino decir algo como que  “de forma indirecta Uribe es responsable de la muerte de mi papá, porque bajo la gobernación de Antioquia se crearon las Convivir que fueron las que dieron origen al paramilitarismo”, eso es igual de ilógico que todo lo que dicen lo uribistas, porque ¿qué fue primero, la guerrilla o los paramilitares? Y solo con eso el argumento se queda sin piso, sin embargo,  creo que cualquiera trata de desahogarse de como sea, sobre todo teniendo en cuenta que le mataron al papá, que tuvo que vivir en el exilio  y ahora  tenerse que aguantar el ataque permanente de la gavilla de pícaros uribistas,  eso lo hace decir cosas no muy inteligentes; no lo justifico, pero lo entiendo.

Yo no defiendo a Manuel, ni a Iván Cepeda, no sé, si el papá tuvo vínculos con la guerrilla y si el hijo los tiene, realmente eso lo deberá determinar la autoridad competente, pero lo que no es justo es que se distraiga a la opinión pública a través de columnas de opinión, que no son más que cartas emocionales orientadas a distraer, sin ningún sustento jurídico válido. Por qué si pudieron meter a la cárcel a la persona que amenazó a través de Facebook a Jeronimo Uribe, no lo han podido hacer con Iván Cepeda si supuestamente tiene vínculos con las FARC, creo que simplemente, porque no los tiene, si tuvieran pruebas ya tendrían la foto de él al lado de la de Cano y todos los caza-recompensas estarían confundidos de quién es cual.

Y cambiando el tema con relación a Betancourt, solo hay un par de cosas que decir, que ella si tiene unos daños psicológicos profundos, pero, los sufría desde antes de caer en cautiverio, el solo hecho de ir al Caguan así lo demuestra.

Hasta ahora ninguna de las víctimas del terrorismo de: Pablo Escobar y de los Pepes, de los guerrilleros, paramilitares y de la delincuencia común han culpado al Estado por su suerte, o por lo menos si lo han culpado, no han intentado afectarlo más con pretensiones económicas como las de Betancourt. Eso es absurdo, si un borracho va manejando y mata a alguien, debe responder por sus actos, pero nadie culpa al Estado argumentando que debió tener un reten de control para que ese accidente no ocurriera, bueno y peor si el atropellado va pasando por debajo de un puente peatonal, que para el caso de Betancourt sería la analogía del perfecta.

Lo importante es tener en cuenta quien es la víctima y quien el victimario. Para Betancourt el victimario fue el Estado y no las Farc, definitivamente esto obedece a un tara por el lado Pulecio que les impide reconocer la realidad, no identifican roles y desvarían con facilidad.

Lo importante es que después de la marcha del 4 de febrero de 2008 en contra de las FARC hoy nuevamente nos unimos los colombianos - sin polarizaciones- para repudiar la actitud de Ingrid Betancourt.
No hay mal que por bien no venga.

2 comentarios:

Átomo dijo...

Yo todavía estoy estupefacto sobre el caso de Íngrid, y aunque en principio me parece absurdo, no me atrevo a opinar todavía al respecto.

Estoy de acuerdo con gran parte de su post Santiago, aunque hay que estar atentos, este gobierno no dudará en hacer del caso de Íngrid una gran fuente de generación de odios para manipular el país, como lo fue la ya citada marcha contra las FARC hace unos años.

Un saludo y no deje de conspirar. Veo que ha dejado de lado sus montajes para hacer ilustraciones serias... prefiero la jocosidad.

Santiago Sarmiento Ortiz dijo...

Tomáz: gracias por su comentario, esperemos que Santos no este tan loco como Uribe. No quiere decir que haya cambiado mi opinión sobre Santos, solo que cada día más me fastidia todo lo que dice Uribe.

Lo de las ilustraciones tiene dos explicaciones, la primera que me demoro muchísimo menos haciendo las serias y la segunda se la cuanto un día que nos encontremos por ahí.

Saludos.