La moneda tiene dos caras.

Definitivamente en el mundo el valor de confrontar tiene un costo muy alto y lo digo en primer lugar por la situación de Honduras, es increíble que el mundo se haga el ciego, sordomudo, ante lo que estaba pasando con Zelaya y simplemente se limiten a decir, en contra de cualquier razón, que fue un golpe de estado militar y punto, quizá fue un movimiento no muy acertado en términos de cómo fue publicitada la noticia, el mundo simplemente vio a unos militares entrando a la casa del mandatario y un cuarto revolcado, que de la mano de la imagen en pijama del señor conformaban un cuadro realmente impactante.

Pero no llama la atención del mundo el hecho de que el poder legislativo, judicial, las fuerzas militares y policiales, la iglesia, los industriales y la mayoría de la población civil esté en contra de Zelaya, nadie quiere escuchar razones, si bien es cierto debieron hacerle un juicio, lo que también es cierto y evidente es que iba a hacer un referendo no aprobado por el congreso, es decir, una consulta popular ilegal encaminada a promover una constituyente que le permitiera modificar la carta magna y aspirar a una reelección a solo 6 meses de los comicios electorales, era una acción desesperada y arbitraria, además de inconstitucional, pero lo peor es que eso fue simplemente la gota que rebozó la copa, hay muchas más irregularidades, pero lo que me parece más arbitrario de todo es que nadie ha querido mirar si el proceso interno fue legal, los hondureños así lo afirman, pero esa posición intransigente de la comunidad internacional no deja tratar de entender lo que para ellos sucedió, lo cierto es que no se sabe que es peor, si ser víctimas del mundo sordo, o pensar que por haber frenado los abusos de un presidente de la forma que lo hicieron, dejen abierta la posibilidad de que otros realmente peligrosos, quieran pasar por encima de la Carta Democrática de la OEA, yo pienso que la dignidad de un pueblo debe primar sobre ciertos compromisos diplomáticos, y de igual forma considero que el sol no se puede tapar con un dedo, solución hay, si Zelaya fuera tan integro y realmente quisiera la paz de su pueblo, daría un paso al costado, no insistiría en retomar el poder y propondría anticipar las elecciones sin que el participara, algo que no puede decidir por los compromisos que tiene con sus secuaces, yo creo que esa sería una propuesta lógica y justa de alguien que solo le interesa su país.

Pienso que más allá de juzgar se debe resaltar el valor de los poderes hondureños, que a pesar de la presión internacional hasta ahora son los únicos que le han parado el juego a Chaves y sus secuaces Correa, Ortega, Morales y Kirchner, si bien es cierto tiene un costo alto, tienen algo que cada vez es menos frecuente ver en las decisiones políticas y diplomáticas, sobretodo en este país, dignidad, es una posición digna y valiente, ante el bloqueo propuesto por la OEA y las amenazas bélicas venezolanas.

Bueno, es algo que requiere mirar las dos caras de la moneda y como es un ejercicio poco común en los medios de comunicación voy a comentar por otra parte, una noticia nacional que muestra esa incapacidad de mirar las situaciones desde las diferentes perspectivas, un futbolista asesina a tiros a un hincha, es algo que no merece mayor análisis, un asesinato nos es justificable bajo ningún punto de vista, la gente en la calle comenta que los medios quieren “exonerar” de responsabilidad al jugador y justificar de alguna forma la reacción del futbolista porque objetivamente fue provocado, asumen que esto obedece al poder que tiene la familia dueña del equipo de futbol , y que si fuera cualquier otro no harían ese análisis, yo no creo eso, realmente hay un problema sociológico que nadie quiere mirar y es que la violencia no soluciona nada y menos su manifestación extrema, el asesinato.
Pero al igual que en el caso de Honduras, la gente no piensa un poquito más allá, el jugador es un asesino y debe pagar por su crimen y Honduras derrocó a un presidente a la fuerza y eso va en contra de la Carta Democrática de la OEA, para el común ahí termina el análisis, los hechos objetivos hablan por sí solos. Pero yo pienso que más allá de eso, tristemente el jugador es una víctima también, de una cultura y una falta de educación que le impidió controlar con inteligencia sus emociones, que le impidió tomar unas buenas decisiones por lo que compro un arma y se puso a ingerir licor cuando el sentido común indicaba lo contrario, por otra parte el pueblo hondureño es una víctima de un político corrupto amparado en la despreocupación de un grupo de países que con toda vehemencia se niegan a entender la situación interna que vivía Honduras, en este juego solo hay perdedores, por la falta de análisis de las causas que motivan ciertos actos, quizá si se llega a las causas se podrán encontrar soluciones de fondo, es decir, en el caso del futbolista, se puede pensar en cómo prepararlos psicológicamente para que reciban adecuadamente el triunfo como la derrota, y por otro lado revisar los aspectos culturales que hacen que la gente se siente con licencia para invadir la privacidad del otro, aunque es un derecho, acá no se respeta la privacidad, la gente no puede ir por la calle, sin sentir el peso de que lo reconozcan, porque lamentablemente si es reconocido cualquiera se siente con todo el derecho de increparlo o acosarlo con la absoluta convicción de que tienen derecho a exigir o reprender lo que consideren, es decir, la falta de cultura es también una gran fuente de violencia y sobretodo en ciertas regiones del país nos sentimos con el derecho de meternos con el otro como actividad folclórica o de entretenimiento y en nombre del rey momo sentirnos con la autoridad de victimizar y volver el hazmerreir a cualquiera que así lo consideremos.

Y no porque un asesinato sea injustificable e imperdonable, se debe avalar la falta de respeto como práctica social, así como tampoco se debería permitir que un grupo de países con la mayor ligereza y sin escuchar a la contraparte y analizar la situación se inmiscuyeran en asuntos, que objetivamente no les interesa entender, sin importarles las implicaciones que sus decisiones tengan sobre una población compuesta por seres humanos que tiene el derecho de solucionar sus propios conflictos, la OEA debería jugar el papel de terapeuta de familia y no de suegra entrometida.

Pero bueno, algunos como resultado de sus observaciones ligeras creen que la moneda tiene dos caras iguales.