Yo desde que tengo uso de razón he tenido la costumbre de escribir lo que pienso con la idea idiota de no defraudarme en el futuro. Nunca he querido olvidarme de mi pasado ni de quién soy y mucho menos de lo que en silencio sufrí, quizá suena exagerado pero la mente de un niño tiene la capacidad de construir sus propias realidades las cuales a pesar de no ser objetivas causan su propio dolor.
Parte de ese esfuerzo es el que hoy me permite ser un papá comprensivo y amoroso más que uno disciplinado y formador por lo menos en ese sentido siento que voy logrando mi propósito de niño, saber que más allá de los logros académicos que en el reporte escriben de mi hija, lo más importante es cuando señalan que es una niña tranquila, sin conflictos, colaboradora y que está feliz todo el tiempo, eso es más que suficiente, no quiero que sea la mejor, solo quiero que sea feliz.
No se trata de inventarse un mundo ideal solo se trata de no inventarse reglas innecesarias, las tareas no se hacen apenas se llega del colegio, ni a las siete de la noche, las tareas se hacen en el momento en que uno quiera hacerlas el cual debe ser antes del momento de tener que presentarlas, la responsabilidad es hacer las cosas bien y cumplir con el compromiso de entrega pero el cuando cada quién lo define, así como comer, ese momento es junto cuando uno tiene hambre no a las seis de la tarde, el organismo solo pide y se regula sin necesidad de una regla inflexible.
Felicidad es no tener que pelear para que los hijos coman o para que hagan las tareas, solo hay que enseñarles la responsabilidad que deben tener con su salud y el compromiso con su formación intelectual, las tareas no son una obligación son medios para cumplir un propósito que les permitirá ser mejores personas, el valor del conocimiento y del análisis es crucial para poder construir canales de comunicación lógicos, así las cosas todo se hacer por una razón y nunca por obligación, los niños desde que nacen tienen la posibilidad de decidir.
Pero días como hoy quisiera tener más certeza que incertidumbre sobre lo que la vida es o puede llegar a ser. Quisiera retroceder veinte años y volver a ese momento mágico y surrealista donde creía que veinte años eran suficientes para llegar a ser rico y jubilarme siendo un adulto joven para no tener que hacer nada más, de alguna forma se extasiaba la idea.
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que ese fue el gran error, que hoy no quiero que mi hija cometa, el propósito de vida no puede ser rico y creer que lo mejor es no tener que hacer nada. El propósito de la vida es ser feliz y hacer lo que a uno le gusta. Sufrir cuarenta años o más para lograr una jubilación tampoco debería ser un propósito de vida, gastarse la pensión en enfermeras y tanques de oxigeno no debería ser un aliciente para trabajar cada día con más ganas.
Lo cierto es que quince años de errores mentales no se revienten con cinco de reconsideraciones pero por lo menos dan una relativa tranquilidad diaria, a pesar de lo incierto que es el camino, algo que no cambiaría por volver a tener la certeza de lo que nunca va a llegar a ser por cerca que por momentos piensa uno estar del anhelado retiro. Hoy solo se, que lo más seguro que tengo, es la obligación de trabajar duro si quiero tener mi pensión, lo que me falta no es mucho, solo algo más de un cuarto de siglo.
Esperen el próximo avance en un década.
2 comentarios:
Compadre, le cuento que lo que usted escribe me cae como anillo al dedo. En estos momentos de vida laboral, de compromisos y responsabilidades económicos; se pone uno a pensar mucho en esas cosas, en cuál es la felicidad y cómo llegará uno, si es que llegará.
Buen papá usted, hermano. Congratulaciones y un saludo.
Compadre, que bueno leerlo de verdad y ver que está por acá visitado a los amigos. De verdad me alegra mucho saber de usted ojalá un día de estos las múltiples ocupaciones le den la oportunidad de sacar el rato para echarnos una conversada. Su obra cada día se llena de más personalidad y sin duda genialidad.
Saludo
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