2 de junio de 2010

Futbol y Política.

Es común encontrar un mayor interés en los hombres colombianos por la política y el futbol que el que manifiestan tener las mujeres. Por eso en este país la discusión política como la del futbol tiene su propio espacio, la tienda de la esquina.

Es así como los criterios alrededor del futbol como los criterios políticos se cimientan en una caja de cerveza. Las diferencias se incrementan en la medida que la ingesta de licor aumenta y se dirimen a los golpes.

Sin embargo, esto ha evolucionado gracias a ese espíritu mal llamado  “echados para adelante” que en el caso de muchos hombres colombianos se ha traducido en arribismo. Y se ha trasladado a nuevos espacios, espacios que les abren las puertas para mostrarle al mundo su evolución económica, su carro, sus viajes y el acceso que ahora tienen a “sitios exclusivos”.

Hasta ahí la historia suena bien, sin embargo, el inconsciente juega un papel importante y trae a flote esa tienda de esquina donde las más absurdas tesis políticas se debatían entre vecinos beodos e ignorantes de la realidad política, donde,  las preferencias políticas se heredaron junto con la camiseta del equipo del alma.

Siendo así las cosas tenemos un universo de arribistas mostrando con orgullo en Facebook o medios similares sus logros profesionales, materiales, sus preferencias por la liga española, imágenes de su familia si la considera de su altura y por supuesto no puede faltar la intervención en política.

Es en esa intervención sobre política donde el inconsciente le pone la trampa más grande a este  grupo de personas, porque piensan que la política es un deporte y el futbol una ciencia, es decir, apoyan a uno  u otro candidato simplemente por pasión, por herencia, independientemente de los planteamientos que hagan. 

Escuchan y ven las polémicas del futbol en radio y televisión pero son incapaces de ver un debate o leer un periódico o revista para enterarse del acontecer político. Es así como escriben arengas en contra del candidato opositor como lo harían en contra de su equipo rival, es fundamentalmente la esencia de las barras bravas.

Y claro, ante el triunfo en una contienda electoral, el inconsciente vuelve a jugarles una mala pasada, escriben mensajes ofendiendo a sus contradictores, esto como lo hemos podido ver a través de la historia alimenta la violencia, porque dentro de los perdedores también hay de la misma clase de especímenes, que quizá no deban su afiliación política a una herencia sino a un resentimiento por no haber podido triunfar tanto como el otro.

Lamentablemente esta sociedad no cuenta con la cultura suficiente para entender la política, no hay una voluntad gubernamental para que desde los colegios y universidades se preparen a los ciudadanos para entender la responsabilidad que tienen al hacer uso de su derecho al sufragio.

Quizá algún día llegue el gobierno que no le tenga miedo  a sacar de la ignorancia al pueblo, quizá ese día Colombia pueda reducir la violencia y ese 50% de abstencionistas no sea el mismo 50% de pobres del país.
Hoy Colombia se divide entre los ganadores, los perdedores y los indiferentes.  Pero la discusión es de alguna manera graciosa, parece planteada por El Hada Madrina (Noemí).

Los ganadores se ufanan y afanan por el resultado. Los parlamentarios liberales y conservadores corren a firmar alianzas para “lavar” los votos que en contra de su partido dieron al candidato ganador. El Vicepresidente solo hasta que  conoce el resultado de la votación dice que está de acuerdo con que paren la licitación del tercer canal. Y los desprevenidos votantes, los que no tienen conocimiento de que significa clientelismo, maquinaria, plataforma, campaña sucia y compra de votos, saltan en una pata como si Colombia hubiera gana la final de un mundial de futbol, cuando en realidad estamos más cerca  del barranco.

Los perdedores se alegran y se recriminan. Como buenos colombinos la mayoría ve “el vaso medio vacío”, votaron por Mockus pero luego del resultado lo recriminan, ¿por qué votaron entonces?. Dicen que no hizo lo que tenía que hacer y piensan que con esa forma de hacer política nunca va a lograr nada, quizá no sea tan cierto porque con una forma mucho menos ortodoxa llegó dos veces a la alcaldía de Bogotá, aunque también puede ser cierto que contra el honorable parlamento nacional  y sus caciques no se pueden medir fuerzas solo con votos de opinión, entonces, si lo pensaban así era mejor que votaran por Petro o por Vargas Lleras. Finalmente el resultado es muy bueno para un partido que nace y muy malo si se piensa en llegar a la presidencia.

Los indiferentes están distraídos y sufriendo. Distraídos pensando en novelas, futbol, video juegos, cine, comida, trabajar, comprar y divertirse o sufriendo la pobreza.

Para los seguidores de Santos solo queda desearles suerte para que su candidato los represente como piensan que lo va a hacer. Para Santos suerte porque no está rodeado de seguidores fieles, entonces, ante el primer revés se le sumarán a al implacable oposición. Como ya lo vivió su ídolo, con los Liberales y Cambio Radical.

Para los seguidores de Mockus un mensaje de esperanza, el color les queda perfecto, todo es un proceso y esto apenas comienza. El resultado en las votaciones fue recibido por muchos como una gran derrota, fueron dos factores los que los llevaron a salirse un poco de la realidad: el primero unas expectativas muy altas basadas en unas encuestas y en un triunfalismo extremo.  Y segundo la subestimación del enemigo, esto se vio reflejado en salidas en falso del candidato que fueron capitalizadas por su contradictor.  A Mockus lo invitaría a hacer una reflexión profunda y apoyarse en Fajardo, Garzón y Peñalosa, para que realmente le cambie la cara al discurso porque quizá muchos no están preparados para entender, no quieren entender o simplemente al no estar habituados a formas diferentes de expresarse lo rechazan de inmediato. Pero en general el fondo es bueno, la forma regular y los mecanismos políticos para la consecución de votantes deficiente. Lamentablemente, como no se trata de futbol una fanaticada fuerte, unos grandes canticos y mucho optimismo seguramente no alcanzarán.

A los indiferentes no hay nada que decirles, simplemente no escuchan, pero los hijos de los indiferentes serán una esperanza en la media en que la educación y la cultura cambien en Colombia.

En conclusión, el criterio que utilizaron millones de colombianos para escoger candidato presidencial fue el mismo que utilizaron cuando escogieron su equipo del alma entre El Barça y El Real Madrid, solo buscan una forma de ganar apoyando incondicionalmente al que pensaban iba a triunfar. Y por eso ahora toman la misma actitud, unos festejan y se burlan de su contendor y los otros le echan la culpa al director técnico y a los jugadores.

Lamentablemente en Colombia aún no han definido la política como un deporte o juego sucio, de ser así, sería mucho más fácil competir..

2 comentarios:

Átomo dijo...

Hay una teoría de la comunicación que se llama "el efecto vagón". Surgió cuando JFK se lanzó como presidente en gringolandia, y afirma que las personas siempre quieren montarse al "vagón ganador" cuando deben hacer una elección, dejando de lado sus convicciones y los argumentos.

A este fin no sólo contribuyen las encuestas, sino, como usted lo dice, esa concepción de hacer de la política un espectáculo meramente festivo en el que se hacen apuestas y se festeja cuando gana el candidato que uno apoya, pero si uno pierde pues simplemente se resigna y espera "hasta el próximo partido".

Saludos,

Tomáz.

Santiago Sarmiento Ortiz dijo...

Tomáz: Usted me hizo acordar del ejercicio que hicieron en un programa de Discovery Channel donde un grupo de personas es previamente preparado para fingir que son parte de un proceso de selección y así contestar erróneamente todas las preguntas que objetivamente eran muy fáciles de responder, en ese grupo meten a un conejillo de indias el cual está seguro que es una entrevista de trabajo y a medida que pasan las preguntas termina contestando todas mal al igual que la mayoría.
Entonces en términos generales la gente necesita de la aceptación social para vivir, por eso yo siempre he sido Santista y no me da pena decirlo ja, ja, ja...

Suerte.